Un homenaje en la distancia A Darío Gómez, creador de música popular Colombiana.
Cuando vi ese anuncio de la Embajada de Colombia en Madrid, donde comunicaba a la opinión pública que el cuerpo de un paisano Tolimense llevaba ya dos (2) meses en la morgue sin recogerlo, y sin el menor asomo de sus familiares o allegados, ese día me asaltaron viejas añoranzas. Recordación permanente que hoy estamos y mañana no sabemos. (Ver anuncio aquí)
Mi experiencia con la muerte ha sido bastante compleja. Mi primer encuentro con este suceso fue a los 10 años, cuando falleció un ser que dio la vida por mí. Aún recuerdo verla en ese cajón de madera frío, inerte, sin vida. Esa imagen de fondo blanco que resaltaba una piel morena, que por años me acompaño, me defendió y me crió, siempre quedara en mi recuerdo. Esta mujer que llevo en mi corazón, dio su vida por mí. Recuerdo las cantidades de personas que asistieron a las exequias. Ese día, con 10 años, me jure a mí mismo no volver a ver un muerto. Los recordaría con vida.
Dime, que te llevas tú.
Pasado el tiempo, 14 años después, estando en un retiro sabático forzado en la finca cafetera de mi abuela en La Mesa (Cundinamarca), tuve otro encuentro con la muerte. Esta vez, un familiar lejano, que en su momento de máximo esplendor tuvo una inmensa riqueza, fruto de la bonanza cafetera de los años 60´s y 70´s había fallecido. Dicen las malas lenguas que este finquero prendía los cigarrillos con los billetes de 200 pesos con la imagen del cafetero.
Desafortunadamente, para el año 1998, de ese dinero ya no quedaba nada. Con 87 años, sin hijos, con solo una pequeña parcela, en una noche con un invierno tropical inclemente, y bajo una torrencial lluvia, tuvimos que trasladarlo al hospital del pueblo. Allí falleció. Tuvimos que por 5 días recorrer toda esa región cafetera, para poder recoger entre muchos compradores de café, antiguos trabajadores y vecinos, la suma de tres millones de pesos, y darle una sepultura digna. La Alcaldía de la Mesa colaboró con 2 millones de pesos. Al final, con 5 millones de pesos se logró dar sepultura a este familiar lejano.
Con los años, ya aquí en Barcelona en el 2007, y por cortesía de un amigo, presidente de la asociación de pensionados ferroviarios, me contacto un empresario colombiano, que tiene este servicio. Al iniciar el proceso de investigación de mercados, muchos compatriotas me respondían folclóricamente : “Huy loco, yo no me quiero morir….!!!!!” .
La verdad sea dicha, si hubo una respuesta a ser previsivos y ver la alternativa de adquirir una póliza o un contrato de servicios exequiales pre pagados para ellos y su familia. Desafortunadamente por motivos ajenos a mí, esta empresa no llego a buen puerto.
Con el tiempo no queda ni la tumba, ni la cruz.
En el año 2010, la comunidad latinoamericana de Catalunya, vivimos de primera mano la tragedia de la muerte, y esta vez con varios protagonistas.
En la verbena de San Joan, por la poca previsión, un tren de alta velocidad ALVIA, arrastro un gran número de personas, algunos falleciendo en el acto. Algunos hermanos latinoamericanos, compatriotas colombianos y nacionales españoles, sufrían la pérdida de un ser querido, gente joven con ganas de vivir, y que nunca pensaron que algún día se iban a morir.
Dolor de Patria
Es aquí donde le toca al Colombiano de a pie, ponerse en cintura y hacer lo que toque para poder repatriar el cuerpo de su allegado. Como parte de un cuento macondiano, muchas personas se solidarizan en algún momento. Durante este accidente, un compatriota, también tolimense, sufrió la pérdida de su cuñado. Sufrió mucho, para poder llegar a los casi nueve mil euros (€ 9.000.oo) que le pedían en una empresa para poder hacer el traslado. Le toco hacer tamales, lechona, empanadas, con la imagen del hermano de su esposa esperándolo en el congelador de una morgue.
Pasado el tiempo, alguna “lideresa” colombiana de Barcelona le entrego 100 euros, que le habían enviado desde Tarragona, por la cuenta bancaria de la asociación.
Después de haber enviado los restos de su cuñado, el paisano tolimense se encontró con la persona que le envió el dinero desde Tarragona. Muy agradecido le comento que había recibido los 100 euritos de aporte. Con gran extrañeza, la persona que aporto le comunico a mi paisano que le había enviado 150 euros. No es el dinero al fin y al cabo. Es el detalle y el DOLOR DE PATRIA, que da de saber que una supuesta Líder social, se queda con 50 euros de una persona necesitada. http://elpais.com/elpais/2010/06/24/actualidad/1277367417_850215.html
Y ahora que hacemos.
El gran vacío que permaneció en nosotros, fue la incapacidad de hacer algo. Muchas familias solicitaron desde la distancia, el envió de los restos mortales de sus familiares a su país de origen. Esta labor se demoró mucho, porque algunos cuerpos quedaron tan destrozados, que la identificación por ADN demoro unas semanas. Además de lo anterior, no hay ningún servicio público que cubra estas contingencias.
“ Uno nunca quiere morirse, amigo..” Me decía un líder social ecuatoriano. Una repatriación de un cuerpo es muy costosa, y pocas personas de manera individual prevé este tipo de casos. Este señor estaba con la razón. Uno no quiere morirse. Viendo el caso de mi paisano tolimense, y a día de hoy 5 de febrero del 2017, no se ha sabido nada. Pienso que tanto dinero que se envía a Colombia, todo lo que pagamos en impuestos de los servicios consulares en pasaportes, poderes, supervivencias, cartas, cédulas, en fin en todo, a nosotros NUNCA SE NOS VE REVERTIDO. Es una realidad social. A nosotros como personas migrantes, nunca se nos ve retorno de la inversión social del Estado Colombiano.
Sé que estaremos juntos el próximo 9 de febrero a las 11 de la mañana, diciéndole a ese Gobierno indolente, que ha dejado por más de 20 años de retraso su política migratoria en el desván más alejado, para no acordarse de que hay mas cinco millones de colombianos en la Diáspora. El 10% de toda la población colombiana !!!!!
Ese mismo gobierno que en el 2015 nos quitó representación en la Cámara. Ese mismo gobierno que no plantea soluciones para sus connacionales, porque estamos aquí por el mal gobierno, por la falta de oportunidades, por la violencia del estado con los más débiles. El que no tenga palanca no tiene trabajo, es así de sencillo.
Se que quitar el Impuesto de Timbre Nacional es muy difícil, viendo la poca o nula voluntad política de este gobierno para con los Colombianos en el Exterior. Lo que si podemos es hacer propuestas claras, concretas y viables, que puedan atender casos como el de este Colombiano, que a día de hoy no puede ser repatriado, y no hay quien determine la suerte de sus restos.
Las propuestas como la póliza o contrato colectivo de repatriación es una de las muchas alternativas para que el gobierno Colombiano estudie y vea su aplicación efectiva para sus connacionales en el exterior.
Compatriotas, les pido que por favor dejen sus comentarios, ideas o criticas de este espacio de opinión.
J.A. Londoño
Barcelona
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